Villafranca de los Caballeros ha conseguido mantener la organización y el protocolo de estas cofradías al mismo tiempo que el carnaval. Se han identificado ambos como parte de una misma fiesta. Probablemente en sus orígenes los desfiles coloridos con banderas, tambores, impecables vestimentas de mayordomos, capitanes y guiones, pretendían ser un contrapunto al desenfreno de las carnestolendas previas a la Cuaresma. Pero desde hace mucho tiempo de convivencia se han convertido en las dos caras de una misma festividad.
Junto al carnaval bromista, reivindicativo, socarrón y enmascarado, Villafranca de los Caballeros ha vivido con rigor y elegancia su fiesta de Ánimas, de tal manera que ha conseguido mantener con salud, esta actividad que el tiempo ha arrasado en la mayoría de las villas vecinas.
Como explica Pilar Corrales, hay cuatro Mayordomías o Capitanías: dos mayores (Capitana Mayor, con su Abanderada Mayor) y dos menores (Capitana Menor y Abanderada Menor), herederas de las antiguas Cofradías de Ánimas.
Antiguamente, la Capitana Mayor era llamada “la de los guapos” porque era solicitada por la gente más pudiente del pueblo. La Mayordomía Mayor llevaba las cuentas durante el año que dura la capitanía, del Carnaval de un año hasta el siguiente.
La Capitana Menor se encargaba de la cera que se utiliza en la celebración de las misas de difuntos durante el año y en las celebraciones religiosas (misas y vísperas) en la Fiesta de Ánimas, por lo que era conocida por “la de la cera”. Y, por último, la Abanderada Menor era conocida como “la de los marraches” (moharrache, persona de poco valor), por ser la solicitada por los pobres. Actualmente, estas diferencias han desaparecido y comparten los cargos entre todas.
Todo su protocolo está detallado en la obra citada de Pilar Corrales.